intimidad


Me recuesto, miro el techo. Me siento algo cansada lo cual se expresa en el suspiro que casi involuntariamente me permito despedir. Vuelvo a mirar el techo y me concentro en las manchas casi imperceptibles del cielo raso, pero sólo por unos momentos porque luego me aburro. Entonces busco la mejor posición y en el momento advierto que no me he quitado las zapatillas que pueden dejar alguna mancha en la frazada. Entonces me las quito y las dejo al lado de la cama. Ahora sí me siento libre, o algo que se le parece mucho. Me muevo cual gato y doy una vueltecitas hasta encontrar la posición mejor. Me gusta estirarme, disponerme a descansar. Los ojos algo cansados me dicen que les molesta la luz de velador y entonces debo apagarla. Ahora aparece un bostezo listo para salir. Me dispongo a dormir, el cuerpo cansado lo pide. Lo exige.
Siento un peso a los pies de la cama, entreabro los ojos y veo una sombra que se me viene arriba. Siento tu respiración y sé que sos vos. Tus brazos me abrazan, tu cuello busca mi cuello y se enrosca como cisne y suspira también. Siento tus labios que se posan suavemente para darme un beso, sabés que me gustan los besos en el cuello. Siento tu respiración que cambia. Tus brazos me estrechan un poco más fuerte y mi respiración también cambia. Me destapás, las frazadas que me mantienen en calor son removidas y aun así no siento frío porque tu cuerpo me da calor. Me siento segura, tranquila. Me abrazás y ya las manchas casi invisibles del cielo raso dejan de importarme. Incluso el cansancio cede. El sueño desaparece. No hay espacio entre nosotros. Tu corazón late y lo puedo sentir, lo puedo escuchar también. El tiempo desaparece o se mueve lentamente. Aún no sé cuál de las dos. Pero ocurre, eso lo sé. Me abrazás cada vez más fuerte como si de volverse uno se tratara. Me siento feliz. A pesar del descreimiento popular en estos tiempos, hay momentos en los que uno puede ser feliz. Al menos sentirlo por un rato. Te siento tan cerca que nada puede importar. Estar así con vos es algo especial. No hay lugar en el mundo como ese lugar entre nosotros dos. Y después, me duermo. me duermo con el olor de tu piel en mi piel.