desdibujarse

El otro día me asaltó una duda, me quedé pensando qué pasaría si la rutina aplasta y un día te levantás y no lo/a ves igual, o peor aun no reconocés a esa persona. No ves lo que una vez viste.
Me gusta saberme sorprendida, extrañada, deseada, imaginada, pensada, valorada. Al principio las llamadas son a cualquier hora, son muchas, son ingeniosas y divertidas. Pasado el tiempo el teléfono se vuelve sólo un aparato de comunicación para avisar que se llegará más tarde o que esperes a las 22.30 en las escaleras del teatro. Los mensajes en el extremo de página de un cuaderno o libro, un mensaje al celular que exprese la ansiedad del próximo encuentro. Luego ya no hay mensajes porque se supone que uno se ve a diario. En ese a diario, cotidiano, al parecer ya no hay lugar para mensajes.
Duchas y perfúmenes y minutos que rozan horas frente a un espejo para sorprender al otro, para estar impecable y así gustar, atraer, excitar, perturbar al otro no deberían ser algo de ocasión de fiesta. Un encuentro en la intimidad es una excusa válida también. Decirle al otro y de hecho preguntarle solícitamente, te dije que te quiero hoy? Debe ser asignatura importante a no olvidar jamás. Armar una cena romántica improvisada y mirarse como si fuese la primera vez que se miran. La mirada del primer día y la sorpresa en la expresión son las primeras cosas que uno recuerda y no olvida. Un regalo de sorpresa como una flor o un bombón acompañando un beso en la mejilla del compañero sorprendido es algo que debe hacerse con frecuencia. Recordarle al otro al levantarse que es un día más juntos, decirle el porqué se lo/a elijió en principio y aun más importante decirle por qué se lo sigue eligiendo. Tomar la mano del compañero para caminar y hacer las diarias compras en el mercado del barrio es algo que no debe dejar de hacerse. Bailar cuando están solos al compás de música imaginaria, tal vez recordando la primera canción que escucharon juntos. Y es que muchas de estas cosas se olvidan, se dejan de hacer y se cree que ya no es lo mismo. Porque se es consciente de que no es lo mismo que te busquen a las siete de la tarde por la puerta de tu casa, y que te encuentren con el pelo sedoso y brillante, suelto y cayendo por los hombros de una manera graciosa, un nuevo vestido que realce las formas y un perfume que perdura en los recuerdos. No es lo mismo esta imagen a las imágenes diarias de la nariz roja y los cabellos desordenados propios de una gripe, los ojos hinchados de llorar algún amargo recuerdo o el mal humor a causa de las injusticias propias de un jefe en un día lunes. Cambiar el pelo recogido y los guantes para limpiar la cocina que un vestido y un paseo. Porque da una sensación de miedo de no verse igual a la primera vez y que ya no sea lo mismo. Días en los que uno se siente inseguro porque subió de peso y si ya no le gustamos de la misma manera?? ¿cómo despierto su deseo de arrancarme la ropa a mordiscos día a día? ¿cómo logro que piense en mí día a día y que su corazón ansie nuestro nuevo encuentro? Aunque sea el final de la jornada de un maldito lunes... y es que mi duda es, la rutina puede desdibujarnos?