¿desechable?

¿Somos felices? ¿Nadie se da cuenta de la basura de sistema que nos rodea? Nos empujan a ser cada días más inseguros lo que nos lleva a ser infelices. ¿Cómo ser felices? Fácil !! Sobre tu inseguridad se crea la necesidad. Se cree inocentemente que una vez resuelta una necesidad, uno será feliz. Todos los días, si abrimos bien los ojos y los oidos, veremos que nos intentan vender miles de soluciones mágicas para llevar una vida feliz. El problema es que inmersos en un mundo materialista nunca lograremos satisfacer las necesidades porque siempre llega algo nuevo, algo mejor, algo que solucionará las tristes y vacías vidas que llevamos persiguiendo un objeto. Compramos cosas que no necesitamos y ése es el negocio. Olvidamos cultivar lo que realmente nos enriquece espiritualmente e intelectualmente, porque es más fácil ser unos estúpidos con un dedo de frente pero llenos de cosas materiales y el último modelo de auto. Somos patéticos y no queremos verlo porque asusta. El capitalismo nos está hundiendo, la individualidad nos está separando, y estamos acabando con el mundo y sus recursos.  La frivolidad nos está deshumanizando.
¿Vamos a cambiar? O vamos a desecharnos?

A continuación les recomiendo este excelente video. Es un poquito extenso, pero vale la pena verlo y darnos cuenta de cómo nos manejan si nos dejamos manejar. ¿Vamos a educarnos o seguir comprando cosas lindas? O podés ser otro de los imbéciles que cambian cada tres meses su celular porque ya no se ve bonito, o compran miles de elementos electrónicos como un simple hobbie !!





perfecto

¿Y si no es perfecto? Acaso hay alguien así? Alguien capaz de hacer realidad los sueños fundados en fantasías de la niñez? Probablemente el problema esté en que las fantasías deben ser fantasías.
Que llegue y te deslumbre. Y que nunca te aburras de él.
Pasa que estoy leyendo Madame Bovary  y me pregunto por qué nos aburrimos de lo que nos rodea, y descubro que el aburrimiento puede ser letal. ¿Es posible ser feliz sin esperar tanto? ¿O debemos exigir lo mejor? Y aquí viene la duda sobre dónde trazar la línea entre lo que hay que aceptar y con qué te conformás. A veces quisiera un príncipe... pasa que no existen.

uno o dos o uno



Creía. Cree que se trata de dos, no de uno, sino de dos. Pero ahora siente confusión porque no sé sabe si necesariamente dos deba seguir siendo dos o deba ser uno. Porque es claro que uno es más que dos. Siempre lo será. Y se dice que más es siempre mejor; sumar antes que restar. ¿Y entonces dónde se traza la línea? Cuando era uno, se encontró con otro y al sumarlo creyó perfectamente entender que uno y uno es dos. Aunque después se pensó si esos dos volvían a ser uno. Uno solo. Entonces se termina con algo que es menos que dos porque ese dos se vuelve uno, y así volvemos al comienzo de la problemática donde uno es poco. No alcanza.  O también podría elegirse el antiguo camino de uno, pero uno por separado Y se vuelve a la simple unidad, uno que puede ser poco. ¿Pero si es necesario seguir siendo uno y uno, en compañía mutua pero aun así seguir siendo uno? ¿Cómo saber? Porque se encuentra con una cama para dos, donde uno sería lo solitario y frio. Como esas noche interminables en invierno o esas noches que dan miedo, si hay sólo uno, la cama es grande. Pero cuando hay dos, la cama no es suficiente, hay mucho calor que funde esos unos en dos. Hay mucho calor. Y el miedo rara vez aparezca. Las siestas rodeadas de libros y lecturas son de dos. Aunque de uno también es agradable; es más silencioso. Pero cuando cae la tarde, no hay con quien discutir lo leído. Los paseos son de dos porque las manos se multiplican y al ir juntas ya son más de dos. Y se pueden complementar los pasos y coordinar. ¿Bailar? No se puede bailar cuando es uno, sí se puede bailar cuando hay dos. En las comidas, se puede encontrar un uno, pero cuando hay dos hay lugar para la conversación y la oportunidad de probar otras cosas que puedan convidarse. Cuando come uno, suele haber mucho silencio. Silencio para escuchar cada mordisco. Cuando en la ducha hay uno, no es lo mismo que dos porque con dos se hace más fácil el tema de la espalda y la esponja. Cuando en la enfermedad hay uno, se suele sentir mucha soledad, pena y hasta desesperación porque nadie viene en socorro o nadie viene a reconfortar. Mas cuando hay dos, uno se ocupa del otro hasta que se mejore. Se lo reconforta. Cuando se llora, si hay dos hay abrazos, pero si hay uno sólo hay más llanto. Si hay risas, de a dos pueden ser más ruidosas y prolongadas que si hay uno. Y si hay alegría, puede ser compartida si hay dos. Si hay uno y hay alegría, aun así es agradable. Pero sea la tristeza o la alegría, si es compartida es mejor. Porque la alegría se hace más grande con dos, y la tristeza de a dos se apacigua. Cuando hay planes de a uno, es más simple que de a dos. Porque de a dos, es más complicado. Pero sigue siendo más. Cuando hay miedos, de a dos se pueden conversar y ahuyentar. De a uno cuesta más, asusta más. Se necesita ayuda y no la hay. Cuando hay juventud, en uno hay muchos ideales y sueños, y cuando es de a dos muchos de esos sueños pueden convertirse en planes. Pero también es cierto que se abandonan muchos sueños de uno.
No sé si los unos o los dos, cuál sea la fórmula correcta. Porque de a uno, puede centrarme en ese uno y fortalecerlo. Hacerlo autosuficiente y sin necesidad de otro. Porque si ese otro no está, ese uno puede solo. Por otro lado, si se trata de dos todo se comparte y se hace todo de a dos. Se forma un mundo de dos que van lado a lado. Que comparten la vida y que se apoyan uno en otro. Y uno de esos uno siente que el otro uno es el todo, donde se complementa y donde se completa. ¿O es mejor completarse en uno, uno mismo? 
¿Entonces somos uno, o dos, o más? ¿Queremos ser uno o dos o más?

máscara



Una máscara es una pieza de material generalmente opaco o traslúcido, que se usa sobre la cara de una persona.  Los materiales más usados en las máscaras  son tela, plástico, petate (una especie de tela tejida hecha de fibras pertenecientes a una planta) yeso, madera, piel e incluso ha habido máscaras de hierro. Se cuenta que las máscaras se han utilizado desde la antigüedad con propósitos ceremoniales en general.
La palabra «máscara» tiene origen en el masque francés o maschera en italiano o másquera del español. Los posibles antepasados en latín (no clásico) son mascus, masca = «fantasma», y el maskharah árabe = «bufón», «hombre con una máscara». Notese el significado relacionado con fantasma.

El uso de las mismas se remonta a la más lejana antigüedad y se las encuentra entre los egipcios, griegos y romanos. Por ejemplo, los griegos las empleaban en las fiestas dionisiacas; los romanos durante las lupercales y las saturnales y además en las representaciones escénicas.
Durante la Edad Media hubo mucha afición a los disfraces y mascaras, incluso en las fiestas religiosas, y en los torneos ciertos caballeros que no querían ser conocidos combatían con máscara para mantener su anonimato y despertar un cierto misterio.
El mayor empleo de la máscara se daba en Italia, sobre todo en Venecia durante los carnavales.
Entre los griegos y romanos, las máscaras eran una especie de casco que cubría enteramente la cabeza y además de las facciones del rostro, tenía pelo, orejas y barba habiendo sido los griegos los primeros en usarlas en sus teatros a fin de que los actores pudieran semejarse físicamente al personaje que representaban.
 Las máscaras se usaban principalmente en rituales religiosos que luego se traspasan a la esfera del teatro y por ellos del entretenimiento. Los participantes las usan para representar las figuras espirituales o legendarias. En algunas culturas también se cree que el usar una máscara permite que la persona tome las cualidades de lo que se representa mediante esa máscara; es decir, una máscara de leopardo inducirá al portador a convertirse o actuar como leopardo. Para los griegos, el hecho de esconderse y no ser reconocido detrás de una máscara daba una enorme libertad al hombre que se soltaba y hacía lo que normalmente no haría al ser reconocido por sus pares.

Relacionando este concepto, tuve la oportunidad de estudiar la llamada "teoría de la máscara" que aparece por primera vez en uno de los cuentos del dramaturgo Luigi Pirandello . Según la misma, un hombre al ser parte de una sociedad utiliza una máscara tanto en su interior como en su exterior las cuales representan los diferentes roles en la vida diaria de una persona. Siempre se utiliza más de una máscara, ya sea para representar el rol de padre, hijos, amigos, trabajadores, hombres,mujeres,etc. Esto es, nuestras personalidades nunca pueden ser únicas porque no actuamos de la misma manera con todo el mundo. Nunca somos los mismos de acuerdo a la gente que nos rodea. Y aunque se crea lo contrario, incluso en la intimidad usamos una máscara. Con esto en mente, se parte de la idea sobre la complejidad que conlleva conocernos a nosotros mismos; no es fácil vernos cómo somos porque estamos influenciados siempre por la mirada del otro ya que esta mirada nos define lo queramos o no. Lo que los demás piensan de nosotros mismos, influencia finalmente lo que nosotros vemos de nosotros mismos. Pirandello en el cuento "Uno, ninguno y cien mil", relata la problemática de un hombre quien se obsesiona con su imagen reflejada en un espejo y se da cuenta de que lo que él quiere que la gente vea de él no se corresponde con lo que la gente ve de él y lo que él quisiera que la gente vea de él tampoco coincide con lo que él cree ver de si mismo. Suena un poco complicaco como un juego de palabras, pero el significado central es el hecho de que un hombre cae en el error de creer que su personalidad es una cuando en realidad es múltiple, y si se tiene en cuenta que no siempre es fácil conocernos a nosotros mismos desprovistos de las miradas de los otros, entonces no somos ninguno. A partir de esto, debemos comprender que es necesario un largo y concienzudo camino de interiorización para intentar liberarnos de todo lo que creemos, ya sean preconceptos y sobre todo prejuicios e intentar vernos a nosotros mismos. De hecho, el otro día me dieron un buen consejo: aprender a mirarme con mis propios ojos, no con los de mi madre, los de mis pares, no con los ojos de lo que la sociedad y todos los demás creen que soy y que debería ser. ¡Al carajo con eso!