amor


Él me dijo al pasar el otro día que yo no le escribo. Pero no es cierto, porque yo lo hago.

Él es quien está siempre. Él es quien se hace sentir, quien me llama y a quien escucho. Puedo jugar a no escuchar pero su voz es más fuerte. Él es quien me busca y me halla. Él es quien me espera. Me lleva de la mano y no hace falta saber dónde voy porque sé que puedo confiar en él. Él me escucha y a veces se da un pequeño viaje por la estratósfera y olvida escucharme, pero luego vuelve solícito y pregunta desde el corazón si estoy bien, pregunta qué es lo que pasa. Mucha gente puede preguntar qué es lo que pasa, pero pocos lo hacen dispuestos a escuchar, con el corazón.
Él me da su corazón, me sonríe con cara inocente y me lo da. Y sabe que eso me hace feliz. Él también guarda el mío y en momentos lo presiona bien fuerte contra su pecho. Anoche dijo al pasar que latía como tambor. No se da cuenta el porqué. Él sonríe como niño, tiene un diente algo hundido que le confiere ese aire de juventud. Se apoya en mi hombro como si pidiese amor, abrazos y que le cuenten un cuento. Lo miro. Me gusta mirarlo cuando está tan atento en algo más. Me gusta mirar la frescura de algunos movimientos; de hecho a veces se asombra y pensar que yo pensaba que la gente ya no se asombraba por nada. Que habían perdido la capacidad de ello. Él es quien está a mi lado. Él es mi amor.