incoherencias

Hace unos dos días tuve un sueño de esos que parecen tan reales que te despertás y verdaderamente dudás por unos minutos si no fue realidad, hasta que te espabilás y te das cuenta que sólo fue un sueño, un sueño. Resulta que este sueño, éste, no se va de mi cabeza. Vos estabas ahí, se sentía como antes, como si nada hubiera cambiado y fuesemos los mismos de siempre, o más bien los mismos de antes. De hecho había gente que hace años no veo. Me pregunto si siempre hay que atenerse a esos conceptos freudianos de que los sueños son deseos reprimidos. Pero si yo sé que no deseo algo, sólo por soñarlo tengo que admitir lo contrario? O acaso yo misma no sé decir qué quiero. De hecho puedo decir que mi presente se acerca a casi todo lo que quiero tener, casi. Pero así está bien. ¡Por favor! Si hasta en el sueño había gente del secundario a quien no tengo interés alguno para ver. Pero se sentía real, estabas ahí. Nada había cambiado entre nosotros. Nada. Al despertarme, no pude evitar traer recuerdos a mi mente. Y es que siempre pensé que ibas a estar, nunca pensé que pudiese ser de otra manera. Como lo es ahora. Pensar que no había nadie en el mundo que me conociese mejor que vos y ahora no conocés absolutamente nada de mí. Nos hemos convertidos en extraños. ¡Increíble! Antes no había nadie en el mundo en quien confiaras excepto yo, me contabas hasta tus sueños, esos que uno no cuenta a nadie, esos que olvidamos a los minutos de despertarnos si no los contamos. Ahora no escucho ni una palabra de vos. Ni una. Si hasta habías dejado de estar en mis sueños. No sé por qué habrás aparecido el otro día, de seguro nada haya escondido. ¿Por qué siempre nos empeñamos en buscar a todo un porqué? No hay un porqué. Simplemente estabas y ya. Pero fue sólo un sueño, un sueño.