Rapunzel


No sé si recuerdo bien pero Rapunzel, según los cuentos, estaba atrapada en una torre. ¿Verdad? Me causa gracia seguir leyendo el mismo tema desde hace dos semanas en varios blogs en los cuales navego; las mujeres estas últimas semanas han estado obsesionadas ( me incluyo) preguntandose sobre la idea tan difundida en cuentos sobre príncipes, princesas y sapos. Es como si fuera un síntoma de estos tiempos, estudio, títulos universitarios, trabajos importantes y demandantes, maternidad moderna, relaciones modernas y abiertas (???) y el celular en una mano y la laptop bajo el brazo. Es como si fuese no sólo una vuelta de añoranza a la niñez mas una reacción física y emocional a la falta de verdadero romance en nuestras vidas cotidianas. La mujer ya no se siente una princesa en la continua búsqueda de nivelación de oportunidades e incluso de superioridad sobre el sexo masculino. En mi opinión personal, mejor me bajo del caballo blanco y me dejo de esperar en torres. Me bajo un rato a la realidad.

¿Vos estás esperando algo?

9 comentarios:

Rol dijo...

El machismo del cuento del principe azul es fastidioso.
Lo es tambien esa guerra de sexos... como si el género tuviera virtud en sí mismo... somos personas, diferentes, únicas, capaces o no... personas.

BLUEKITTY dijo...

Rol: más allá de la idea esa machista con la cual coincido con vos, yo me refería a la falta de romance el cual capaz sea una quimera salidad de esos mismos relatos pero que aún siguen muchos buscando.

Café (con tostadas) dijo...

Supongo que extrañamos tener la inocencia suficiente como para creernos esos cuentos, no?

Y no pasa, creo yo, por la mujer moderna y el trabajo y la maternidad siglo XXI. Tampoco se sentían princesas nuestras abuelas ni als abuelas de ellas (preguntando se corrobora!).

Sucede que los príncipes no existen, los sapos son sólo sapos y las mujeres no somos princesas. Creo que nos cuesta encarar la búsqueda de un amor real, adulto, concreto, con trabas y mates a la mañana...

Pero, eso digo yo... y quién soy yo para hablar de amor y cuentos de hadas?!?!?!

Rol dijo...

Es que esos relatos, forman una realidad paralela, irreal... te hacen creer que todo tiene que ser así, y si no sos una princesita rubia, bonita y virgen, es difícil que venga él, el salvador, en su corsel blanco a salvarte del triste destino de la solterá... mierda... cada uno hace su vida, y la soltería no implica nada negativo perse, y los prinicipes no existen... y los que existen son unos nabos increibles.

BLUEKITTY dijo...

Pues creo que todos tienen razón en lo expuesto pero coincido mucho con lo que dice Café, un amor de cuentos no tiene nada que ver con ese amor con trabas, real y con mates compartidos a la mañana. Esas imágenes son injustas, la de la perfección irreal de una princesa virgen e inocente o la de un príncipe azul que nada tiene que ver con un hombre de carne y hueso.

Franky dijo...

Yo espero el armaggedón en el blog de Tati. Por otra parte, qué es lo que estuviste leyendo en muchos blogs?

BLUEKITTY dijo...

Franky: lo que he leído últimamente en muchos blogs es quejas y decepciones de muchas chicas que descubrían que sus supuestos novios o enamorados o como quieras llamarles, no eran lo que aparentaban ser y las chicas comparaban la situación con la imagen del sapo que se convierte en príncipe pero en estos casos al revés.

Saf dijo...

De hecho los dibujitos ya no tiene ni semejante la tematica a esos entonces.. lo dije bien?

rama dijo...

Personalmente, por mi condición masculina, cuasicuadrada, nunca pensé más allá de los relatos épicos de bravura y valentía en príncipes y princesas, salvarlas de incomodas maldiciones que les propinaban tías solteronas por no haber aceptado, comunicado, experimentado sonrisas y platicas triviales, tal vez, con la legión de sapos que aparecieron en sus respectivas puertas. El ideal y la perfección armónica, es un regocijo fantástico del intelecto y el cotidiano entendimiento compartido con aquel o aquella es la realidad encantadora.
Saludos y besos.
PD: Gracias a deus! que somos muchos los sapos.