fotos


Una de las cosas que disfruto mucho es ver fotos. Me gustan las fotos; la cámara captura momentos que uno decide guardar, recordar. Solía pasarme horas mirando álbumes familiares con fotos viejas o incluso fotos de desconocidos cuando era una nena. Mirar y preguntar quiénes son y ver la expresión en sus rostros y hasta imaginar cosas.

Uno de mis hobbies pendientes es la fotografía. Tener tiempo para ponerme a sacar fotos a todo lo que se me cruce, a todo lo que me diga algo, me transmita, me llame. Porque me dijeron que un buen fotógrafo escucha a los objetos cuando el resto de nosotros sólo los ve.
Desde hace tiempo la gente ha incorporado este hábito de guardar momentos que se quieren recordar. Fiestas y cumpleaños, casamientos y bautismos, juntadas entre amigos o momentos románticos y suelen ser infaltables las fotos de las vacaciones donde uno se encuentra con cara de felicidad y despreocupación saludando a la cámara y por qué no al lado de algún monumento típico del lugar. Éstas suelen ser clásicas. Recuerdo haber leído o escuchado que en los comienzos de apariciones de las primeras cámaras, mucha gente les tenía miedo e incluso se rehusaban a ser fotografiados porque se creía que te robaban el alma. Es sabido que la gente siempre tiene miedo a lo desconocido, a lo nuevo. Pero poco a poco las fotos y las cámaras se volvieron algo común en todo hogar. Supongo que ahí comenzaron las fotos familiares y más espontáneas en contraposición a las artificiales fotos a modo de retratos. Luego, están las fotos artísticas que pueden mostrarnos lo bello que no solemos ver a simple vista y que la lente de la cámara es especial para captar: un pájaro, un niño llorando o un perro sentado. Momentos que se nos escapan por lo rápido que suelen pasar y que en ocasiones nos detenemos a ver en una foto y comenzamos así a recordar. Una foto o un cuadro a través de la imagen que muestran puede decir mucho, tal como el dicho de que una imagen dice más que mil palabras.
Últimamente, he inclinado mi fascinación por las fotos en blanco y negro o en color sepia; les da un toque misterioso o añoso.

Me gusta ir a la casa de alguien que recién conozco y descubrir su mundo (desconocido para mí) a través de las fotos que suele haber desparramadas por la casa. Ver familia y seres queridos, ver niños con sus abuelos, parejas recién casadas, o familias comiendo asado en interminables mesas largas de madera, padres pescando en algún río con sus hijos o nenas con vestidos nuevos y muñecas de trapo. Ver todo lo vivido por generaciones y capturados y llevados a esos papeles enmarcados para siempre. Yo también quiero formar mi propio álbum de vida. Miles de recuerdos y cosas hechas. Miles de momentos felices.

Tal vez, dentro de esas fotos, la historia sigue y ese momento que nos hizo inmensamente feliz, sigue ocurriendo una y otra vez. Imaginar que la eternidad existe dentro de una foto. Al menos eso es lo que experimento al ver una foto; vuelvo el tiempo atrás.

3 comentarios:

iL Hell Dogma dijo...

a mi tambien me apasionan las fotos

grettel j. singer dijo...

soy igual y también me encanta ver las fotos de los demás.
linda entrada, un besote

BLUEKITTY dijo...

Il hell dogma: ¿mirarlas o sacarlas?

grettel: gracias por el comentario.

saluditos