la casita feliz


Pensé en un cuadrito de frutas y flores para la cocina y en uno de esos especieros de madera vieja y oscura. Pensé en un llamador de ángeles, de esos de madera rústica que simulan las ramas de un árbol, que me gustaría colgar en la puerta de la habitación. Me gustaría una hamaca paraguaya para el patio donde también se hagan asados, y donde haya mucho bullicio en noches de verano. Me gustaría una silla mecedora para colocar al lado de un ventanal por el cual entre mucha luz, y ahí sentarme a leer en una habitación llena de libros compartidos. Me gustaría una cama con muchos almohadones y dibujos de hojitas donde podamos dormir siestas y noches estrelladas. Me gustaría comprar una helecho de esos bien verdes y colocarlo en algún lugar de esa casita. Tal vez una con tejas rojas y ventanas de madera como en los cuentos.
Lástima que tantos ítems deban todos limitarse al vil metal y sin él no puedas alcanzarlos. Este vil metal es el que parece mover el mundo y el mundo de los sueños también.
Es una de tantas cosas que imagino... y encima lo veo a lo lejos; el sueño de nuestra casita feliz y familia. Supongo nos falta crecer un poco más aún.