observaciones


Ella ha estado observando. Hay cosas que han cambiado. Antes, ella pensaba que él no escuchaba, que no la escuchaba a ella. Recientemente ha notado que hasta incluso un leve sonido, casi como un suspiro descuidado ya no es imperceptible y èl se acerca para saber si todo está bien. Antes ella creía que él no la miraba, la veía pero no la miraba. Porque se sabe que no es lo mismo. Pues, ella pensaba eso, pero ahora a cada mueca intencional o no, él rápidamente pregunta si algo malo ocurre. Se asegura de que no sea así. Suele èl preocuparse por ella. Se asegura de que ella lleve su campera al salir porque el viento es fuerte y si ella no se abriga bien con la frazada a la hora de dormir, èl lo hace por ella. La arropa tan fuerte que podría pensarse que en el fondo tiene miedo de que ella se escape alguna noche fresca de estrellas. Èl se preocupa. También se ocupa, claro está. Ella antes creía que las lágrimas se iban desde sus mejillas, usualmente coloradas, hacia el aire para evaporarse y así convertirse en nada, volverse una con la nada. Pero no es así, no todo es como lo creemos. Él si ve una sola lagrimita pequeña e insignificante correr por el rostro de ella corre solícito a tomar ese rostro entre sus manos y secar esa lágrima para que no caigan otras. Suele decirle que nada malo va a pasar. O a veces le dice que las cosas malas pasan y se van. Si las lágrimas no ceden, él comienza a depositar pequeños besitos en toda su cara colorada por el llanto, le deja besitos bien chiquititos por todos lados e incluso en la punta de la nariz. Ella pensaba que él no la recuerda o la piensa, pero luego se da cuenta de lo contrario cuando escucha su propio nombre en el viento, como si alguien la llamara. Ella pensaba que él no estaba, pero él estaba. Ahí estaba su presencia. Ella se dio cuenta hace un tiempo atrás que él está enamorado de ella. Ella pensó que no lo estaba. Se encontraba dolida con este pensamiento hincandole. Pero no es así porque él la ama. Le lee cuentos y de vez en cuando le dice al oído que es su amada. La mira como si no hubiese nada màs lindo en el mundo produciendo un escalofrío en ella, seguido de esa sensación de maripocitas en la panza.
Y pensar que ella creía que nadie la escuchaba, pensaba, cuidaba o amaba. Ya no se siente sola en este mundo grande. Ya no. Y es que lo ha estado observando.

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