dos

Últimamente siente que se cae y se cae, una y otra vez, y le cuesta levantarse en ocasiones. Las lágrimas brotan como si de un caudal furioso se tratara. La sensación enorme de un peso que no puede sostener y la sensación de fracaso o de falta de energías pueden más que ella. Es tan pesado todo a veces, y ese peso en los hombros además de tensarlos es lo que hace el paso cada vez más lento. La subida se ve lejos y las ganas de retroceder le disputan el lugar a los pasos que debieran ser firmes y decididos. Todo parece una pausa de algo que no llega jamás y como si el tiempo se hubiera detenido hace tiempo, no siente que nada avance realmente. La melancolía que desea transformarse en tristeza no quiere irse.

Pero él llega y hace muecas o sonrisas. Entorna los ojos y la presiona contra su pecho. Se le escucha el corazón y sus latidos debido a la cercanía. Quiere decirle palabras que le den fuerzas. Pero no lo hace y ella lo necesita. Palabras mágicas que de alguna manera solucionen cosas y sanen heridas o ahuyenten miedos. A veces pareciera que él no sabe qué decir o cómo decirlo. Al parecer las palabras son tarea de mujeres. Pero eso no importa, porque siempre está. Siempre mediante abrazos y caricias trata de transmitir lo que no sabe cómo. Trata de comunicarse mediante el contacto corporal, mediante el rol masculino, mediante las ayudas prácticas más que emocionales, y sólo busca refugiar a su amada en su pecho. Las palabras mágicas tal vez no llegan, pero los momentos mágicos se abren paso incentivados por esos mismos abrazos en silencio. Llevarla de la mano y tratar de guiarla, o ayudarla a seguir su camino, o simplemente ayudarla a caminar de a dos.

Se abrazan, y se respiran frente a frente. Se miran y se sonrien. En ocasiones se rien a carcajadas y se vuelven a estrechar en los brazos de ambos. En esos momentos, que no duran para siempre porque los minutos se empeñan en correr, en esos momentos ella se olvida de las penas y no se siente sola. Él no permite que se sienta sola. Y puede sonreir aunque las palabras justas no hayan sido dichas. Y de a poco la empuja de nuevo al mundo para que siga viviendo y siga intentando. Definitivamente ella se siente más fuerte a su lado. Él le da motivos para no dejar de caminar. Porque hay que seguir caminando. No parar. Y así él no sólo le da fuerzas, sino que se convierte en la fuente de felicidad de ella. Lo que la mueve y la hace sentir feliz.
Y así van caminando de a dos.

4 comentarios:

Luna dijo...

Todo es más fácil de a dos. Pero estar con alguien no siempre es uno más uno.

Besos

carlos dijo...

a una mujer hay que hacerla feliz primeramente serle fiel a ella darle amor, comprension hay que ser tierno dedicarle tiempo pero tambien darle su espacio besos

rama dijo...

La comunicación es importante, pero que bueno esa frase “A veces pareciera que él no sabe qué decir o cómo decirlo. Al parecer las palabras son tarea de mujeres”, puede ser cierto para algunos de nosotros (me incluyo) es difícil decir, y con hechos es más fácil decir aún que moleste un poco. Sin embargo pasito a pasito se va!.
Saludos.

Acido dijo...

Me encantó: las palabras son a tarea de mujeres" Tal cual! bellísima descripción del amor.