Cuando salía de la universidad, tenía un mensaje de él diciendome que le avisara cómo me había ido.
Me quejo de que se olvida de muchas cosas, a veces demasiadas, a veces levanta el tono de voz sin necesidad y le gusta casi siempre tener la razón. A veces es un niño y le gusta jugar a los juegos en las computadoras.
Muchas veces pensaba cómo distraerlo porque quiero ser siempre su centro de atención. Ahora compartimos juegos y sé que le gusta. Sé que piensa en mi a diario y que no aguanta cuando estamos enojados. Imaginamos muchas cosas para el futuro. Me gusta cómo me lleva de la mano, los besos en el cuello que erizan la piel, y cuando apoya su cabeza con rulos sobre mi pecho. Me gusta sentir que me rodea con sus brazos a la hora de dormir y que al otro día me dice buenos días mi amor y sonríe. Me gusta, me gusta mucho cuando lo hace. Me molesta que no quiera dormir siesta porque es algo que me gusta mucho. Y es que siento a veces que quiero estar prendida a él como un koala.
A decir verdad, me gusta como es aunque me queje y aunque a veces no lo diga. Me gusta que en su interior haya un niño. Sé que no me sería fácil encontrar a alguien como él. Y hoy no se lo dije.