¿Las ausencias nunca dejan de serlo? ella se preguntaba a medida que los meses pasaban. Porque cuando la presencia daba su paso hacia delante y te hacía tan presente, a veces de más incluso ella pensó, no se te extrañaba, quizá porque no se imaginaban ellos tu ausencia, ni siquiera sospechar tu presencia convertirse en extraña, estabas y nadie pensaba que dejarías de estarlo. Incluso en momentos tal vez alguien quiso desear que no estuvieras, no que que te fueras, pero que no estuvieras por un ratito. Mas ahora, entre silencios y una presente ausencia, tu presencia se hace más presente, ahí donde no estás, ahí donde ya no se te ve, ni se te escucha. Nunca creyó ella que tu ausencia sería para siempre, tan eternamente irreversible. Sólo quiso que fuera un momento. Quizá, cuando uno piensa en aquellos que ya no están acá es cuando vuelven a estarlo. Eso dijeron algunos cuando ella dijo que ya nunca más la vería, ahí, tan presente. Su ausencia es lo que está presente día a día, hasta que quizá ya no se lo note más, y su recuerdo pase a ser un recuerdo entre tantos otros. Cubiertos de polvo y hasta a veces olvidados. Aunque suene contradictorio, hay recuerdos que se olvidan. No sabemos si se te olvidará. En este momento se te extraña, entre recuerdos de niñez y fuertes abrazos en la cama cuando los monstruos querían atacar de noche en la oscuridad, y ahora entre fantasmas que no fueron y que acosan lo presente. La leche en la cama, la protección y la perfección de la niñez que no volverá, y cuando ellos eran héroes sin defectos y sin tiempo. En esos momentos se te quiso mucho. Aquí y ahora se te piensa, se te recuerda, y se te preguntan muchos porqués. Tu ausencia no nos da ni respuestas y ni siquiera se digna a contestarnos. Ella se resuelve a escribir lo que no puede decir ni hablar, porque no se sabe a ciencia cierta si no podés o podés escuchar, pero sí se sabe que no respondés.
Y ella abre la puerta, y en la cama nadie hay.
