vieja


Vieja. A veces creo que siempre fuiste vieja. O he tenido por alguna razón, esa imagen de vos. Uno cuando es niño, suele ver viejos a todos aquellos quienes no son como uno, como un niño. Ahora sí estás vieja. Muy vieja. Me resulta muy extraño verte así, vieja. Siempre fuiste muy fuerte, muy dura. Una actitud de soberbia y altivez siempre te caracterizaron. Me contaron que viviste muchas cosas difíciles, que la vida no fue suave contigo. Y por ello quizá siempre te mostraste dura, mas ahora veo tu lado suave. Te veo vieja, te veo indefensa, y te veo. Muchas veces quería no mirarte. Lo hice por mucho tiempo; no sé si se te veo, o miro acaso por el costado, para no verte, para no verte así, vieja. De hecho, ahora me es difícil mirarte. Me cuesta mucho hacerlo, y es que te veo tan vieja. Tus manos y tu cuerpo parecieran que ya ni fuerza tienen, tu corazón creo es quien nos dice que ya no te quedan fuerzas. Toco tu mano, y no sé si te siento. Y es que ya te estarás yendo? Un amargo trago corre por mi garganta, y es que no sé si hubiera querido en otra vida decirte no te vayas todavía.

el siguiente día



Me levanté. Ya era otro día, de hecho otro mes. Uno nuevo. Me senté en la cama y algo no estaba bien pensé. No sé qué es, pero algo había que no estaba bien. Me duele el estómago. Quizá señal de que algo no está en su lugar. O quizá es sólo un dolor de estómago como tantos otros por comer no lo que no se debe. Paranoia se diría. Sea lo que sea, pienso que algo no está en su lugar. Me dirijo a la cocina en busca de café. Pienso en todas las mañanas que sostengo la taza en mi mano y observo cómo humea. Su olor me despierta, me estimula. El café siempre lo hace. Pero mi estómago esta mañana no respondería bien a una taza de café. Me duele y pienso que es mejor un poco de té, algo más gentil con él. Aunque mi espíritu es el que espera con ansias esa taza de café, yo le ofrezco a mi cuerpo un poco de té recién preparado. Está bien.  Mas sigo sintiendo que algo no está en su lugar. El estómago me duele. Me siento y pienso. La mañana está callada, está diferente. Afuera quizá no, se ve igual que tantas otras. Pero algo está diferente acá adentro. Hay algo que extraño. Me duele el estómago. Pienso que ya es un día nuevo, y no sé si me siento diferente. ¿Debería sentirme diferente? Después de un natalicio que me dicta unos 29 años, espero que algo cambie, o creo que algo debe cambiar. Eso dicen. Lo único que sé es que el tiempo pasa, pero no sé bien qué es lo que uno debe hacer el día después de haber cumplido años. ¿Hacer nuevos planes como esos planes que se hacen los días de años nuevos en los cuales listas interminables de cosas por hacer son repetidas años tras año? ¿Debo sentirme diferente, acaso más vieja? Pienso que es mi último número veinte y que próximamente en espacio de otro año más de vida se convertirá en 30. Me preocupo. Pienso, vendrán muchas cosas nuevas y cambios con otra etapa? ¿Yo tengo que cambiar algo en mí para mostrarle al mundo que hoy soy un día más viejita, madura o diferente? ¿Cómo se comporta alguien de 29 años? ¿Hay cosas que debería estar haciendo ya? Me duele el estómago.